Brad Pitt

En Beverly Hills cada día es el séptimo. La vida parece recién inaugurada y las aceras están vacías: no existen los peatones. Los pocos que circulan son conductores invisibles, ocultos detrás de sus parabrisas ahumados. Es ridículo: todos nos protegemos para que no nos vean y luego miramos por la ventana y no vemos a nadie, dice entre carcajadas Brad Pitt (Oklahoma, 1963). Y es que en su vecindario la realidad es casi automática: todo depende de pulsar el botón adecuado. Después de Aquiles procuraba evitar los mandos a distancia, la tecnología se me volvió extraña, confiesa. Y añade: ¡Pero es que todo tiene mando!, y se vuelve a reír. En Troya, Pitt ha interpretado a un guerrero legendario: Aquiles. En la séptima planta de un hotel, Pitt comparece en una habitación victoriana. Lleva una camisa blanca y elástica que le subraya los músculos, y cuando sonríe se le forman sendos hoyuelos en las mejillas: todos lo sabíamos. Va rapado, está bronceado y se hidrata intermitentemente con un líquido oscuro. No pienses que esto es El Club de la Lucha, comenta. Y se vuelve a reír. Está claro: a Brad Pitt le gusta bromear.
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